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VIOLENCIA DE GENERO

       La violencia contra la mujer se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para los habitantes de esta media isla. El acceso a los diferentes medios de comunicación, nos permite de alguna manera ser testigos a diario de los atropellos de que casi constantemente son víctimas las mujeres dominicanas.

            Esta situación se torna cada vez más dramática, si tomamos en cuenta que una gran cantidad de estas mujeres agredidas por sus parejas, muere como consecuencia de tales agresiones, dejando en la orfandad a niños que aun dependen cien por ciento de sus madres para vivir, por lo que al faltarles éstas, sus vidas se ven lastimosamente afectadas.

            Hablar en este país de violencia contra la mujer, se ha hecho algo tan común, que parecería que cualquier cosa que se diga al respecto, sería algo que ya está dicho, es decir, llover sobre mojado, como se dice comúnmente. Pero resulta a veces muy difícil permanecer callado, aun corriendo el riesgo de repetir lo que ya se ha dicho, ante una situación tan alarmante, injusta e inhumana como ésta.

            Es éste un problema, al que según nuestras autoridades y la gente con poder y capacidad de decisión en este país, se le está constantemente buscando una solución; pero al paso que vamos, algunos hemos llegado a pensar que encontraremos la solución quizás cuando ya no haya más mujeres para maltratar.

            En los diferentes medios de comunicación se difunden mensajes alusivos a la no violencia contra la mujer, se realizan programas de panel tratando el tema con expertos en la materia, en fin, se hacen marchas en pueblos y ciudades, incluyendo por supuesto la capital del país, rechazando la violencia de género, y nada vale; porque estas actividades se realizan a diario, y las estadísticas dicen que lejos de disminuir, las agresiones contra nuestras mujeres siguen aumentando, lo que significa, que a la luz de los hechos, estas actividades han servido de muy poco, por no decir de nada.

            Por lo tanto, la lógica dice que es necesario cambiar de estrategia, buscando un mecanismo que en la práctica pueda mostrar efectividad indiscutible. Ese mecanismo debe tener como base de sustentación la aplicación de la ley, que es lo que creemos está fallando en nuestro país.

            En los Estados Unidos, por ejemplo, una nación inmensamente grande, se puede decir que los casos de violencia contra la mujer, y la violencia intrafamiliar en sentido general, son escasos si los comparamos con su densidad poblacional, y esto no se ha logrado con marchas, mesas redondas, o spots de radio y televisión. Se ha logrado aplicando leyes que le hacen temblar el pulso a cualquier fulano, que en un momento dado decidiera descargar su ira contra una mujer; esto sin importar su condición social, status económico o su relación con la mujer agredida.

            Es decir, que la ley en este caso, no sólo sirve para castigar el maltrato, lo cual realmente de poco valdría cuando una mujer muere como consecuencia del hecho, ya que esto no le va a devolver la vida; sino que también sirve como medida de prevención, ya que por temor a las consecuencias legales derivadas de estos maltratos, muchos hombres frenan sus impulsos de agresión, y esto sí tiene sentido, ya que evita muchas agresiones y muchas muertes.

            Lo que sucede en nuestro caso, es que no queremos aplicar las leyes existentes, no queremos endurecer las acciones contra los agresores de mujeres, así lo demuestran los hechos.

            Son innumerables las ocasiones, en que después que muere una mujer víctima de la agresión de su marido, los familiares se quejan de que la misma se había querellado en contra del agresor más de una vez, sin que las autoridades encargadas le pusieran la debida atención al caso.

            Sólo en muy contadas ocasiones, a veces más por chismes de farándula que por verdaderos deseos de hacer justicia, se ven acciones contra algunos agresores de mujeres, pero estas pueden contarse con los dedos de las manos. Así no debe ser.

            No importa cuantas marchas, programas de panel, cuñas de radio y televisión, etc., etc., etc., hagamos, hasta que no apliquemos la ley sin contemplaciones y sin vacas sagradas, nunca, jamás vamos a tener éxitos en el combate a la violencia de género.

 


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